Oasis vuelve, Black Sabbath se despide: ¿El fin de un imperio musical británico?  

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El pasado 4 de julio de 2025 fue el día en que Oasis decidió resucitar oficialmente, con los hermanos Liam y Noel Gallagher subidos a un escenario en Cardiff, Gales, como si nada hubiera pasado entre aquella pelea luego de su último show en Argentina y el ahora. Una reconciliación tan inesperada como necesaria para miles de fanáticos que creían que jamás volverían a ver a los hermanos juntos.

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Pero mientras eso sucedía, a pocos kilómetros de allí, en Villa Park, Birmingham, Black Sabbath cerraba su capítulo final en un concierto épico que reunió a leyendas del metal como Iron Maiden, Metallica, Slayer, Anthrax y Guns N' Roses. El adiós de Ozzy Osbourne, Tony Iommi, Bill Ward y Geezer Butler fue la despedida digna de dioses del rock.

Pero también estos dos eventos fueron algo más: un entierro simbólico del El Reino Unido como potencia cultural global.

De Oasis a Sabbath: Dos bandas, dos tiempos, una misma identidad moribunda

Cuando Oasis regresó, parecía que todo podía repetirse: las portadas de revistas, los escándalos, los estadios llenos de camisetas rojas y gorras de visera. Pero lo cierto es que el mundo cambió. Y aunque los hermanos Gallagher siguen siendo esa pareja disfuncional que nos encanta odiar y querer, su regreso no generó el terremoto que todos esperábamos. No fue un evento mundial. Fue un recital nostálgico. Un viaje hacia atrás. Mientras tanto, en Villa Park, el heavy metal británico se despedía con ruido ensordecedor, humo negro y lágrimas disimuladas tras gafas de sol.

Black Sabbath no solo inventó el heavy metal: inventó una forma de entender el sonido oscuro de una sociedad en decadencia. Surgieron en los suburbios industriales de Birmingham, en medio de la crisis postimperial, con un sonido que era la banda sonora perfecta para un país que empezaba a perder su lugar en el mundo. Su legado trascendió géneros y fronteras. Pero ahora, con sus integrantes envejecidos y agotados, dejaron un vacío imposible de llenar.

Y aunque Oasis representa otro lado de Inglaterra —el del optimismo adolescente, del fútbol y la cerveza—, su regreso parece más una ilusión que una realidad. Como si alguien hubiera decidido reconstruir Stonehenge con ladrillos de plástico.

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Del Brexit a Truss: El caso de una identidad política que se refleja en la cultura

Si hay algo que une a estas dos bandas es que ambas representan versiones distintas de una misma idea: el Reino Unido que conquistó al mundo con su música. Desde los Beatles hasta Radiohead, pasando por The Rolling Stones, Led Zeppelin, Sex Pistols, Joy Division, Blur y Arctic Monkeys, la isla ha sido una máquina exportadora de cultura. Pero ahora, como si fuera un eco de su caída geopolítica, el Reino Unido parece perder combustible también en el mapa musical.

Desde el Brexit hasta los gobiernos de Boris Johnson y Liz Truss, pasando por la muerte de Isabel II, el país ha vivido una década de autodescomposición institucional y simbólica. El divorcio de la UE no solo fue político: fue cultural. El mito del “Reino Unido líder del mundo” se desinfló entre escándalos de corrupción, políticas económicas suicidas y una monarquía cada vez más ajena a la realidad de sus ciudadanos.

Boris Johnson, con su pelo rebelde y su retórica imperialista, trató de vender una imagen de grandeza pasada, como si el Reino Unido aún tuviera el peso de antaño. Pero su gobierno terminó como un chiste mal contado: con renuncias masivas, escándalos sexuales y una economía en caída libre. Liz Truss, en cambio, fue peor: usó menos que una batería de celular barata, y en ese tiempo logró arruinar mercados, generar caos financiero y dejar a toda una nación preguntándose cómo había llegado ahí.

Mientras tanto, la muerte de la reina Isabel II en 2022 no fue solo un momento histórico: fue el cierre definitivo de una era. Su figura, aunque simbólica, representaba continuidad, tradición, orden. Con su partida, muchos sintieron que el último hilo que mantenía unido al Reino Unido se había cortado. 


¿Qué queda del rock británico en 2025?

Entonces, ¿qué queda después de Oasis? ¿Después de Sabbath? ¿Qué lugar ocupará Londres en una escena global cada vez más estadounidense, coreana o latina?

Hoy, la música británica parece caminar hacia un futuro incierto. No hay nuevas bandas que llenen estadios, ni movimientos culturales que definan una época. Los festivales como Glastonbury siguen existiendo, pero su espíritu original se diluye bajo marcas comerciales y artistas importados. El indie, que alguna vez fue el motor creativo de la isla, hoy suena como una copia de sí mismo. Y aunque bandas como Wet Leg o Sam Fender intentan mantener la llama viva, no tienen el peso de quienes los precedieron.

No es casualidad que Oasis y Sabbath hayan regresado y se hayan despedido en este preciso momento. Son señales. Indicadores de que algo se acaba. Que el Reino Unido tal y como lo conocemos, como potencia cultural, como referente global de la música, está en retirada. Como su presencia en la ONU, como su influencia en la OTAN, como su papel en la Commonwealth. Todo se va apagando poco a poco.

Pero quizás esto no sea un fin, sino una transformación. Quizás el rock británico no haya muerto, sino que simplemente se está reinventando en formas que aún no entendemos. Tal vez, como dijo alguien en Twitter durante el show de Sabbath: "El imperio ataca".

El tiempo pasa… incluso para los imperios

No hay respuestas claras. Lo que sí está claro es que el tiempo pasa para todos, incluso para los imperios.

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 Liz Truss, la pesadilla libertaria del Reino Unido que ejerció como primera ministra del Reino Unido y líder del Partido Conservador y Unionista entre septiembre y octubre de 2022

Oasis vuelve, pero ¿para qué? ¿Para repetir el pasado o para reinventarlo? ¿Black Sabbath se fue demasiado tarde, o justo un tiempo para no ver cómo su legado se diluye en festivales de nostalgia? ¿Qué será del rock británico cuando ya no haya más estrellas nuevas que lo defienden? ¿Qué será del poder blando inglés si ya no tiene bandas que lo sostienen? ¿Qué queda de esa identidad musical que alguna vez marcó tendencias?

Como diría Noel Gallagher, quizás “somos simplemente gente corriente que vive y muere”. Y tal vez, como Reino Unido, el rock británico solo está cumpliendo su ciclo natural: de la cima al polvo, de los estadios a los discos guardados en el fondo del armario.

La única certeza es que el tiempo pasa para todos. Incluso para los imperios.